lunes, 23 de mayo de 2005

Lisboa


Fue en sus calles, sus plazas y avenidas, entre amables gentes y hospitalidad, aprendimos a conocernos un poco más. Descubrimos belleza, sencillez, orden lineal, naturaleza integrada, metrópolis hechizada. Cena con fado, beso, abrazo, tus manos acariciando. El mar siempre presente, su brisa, tu falda, recorrer la costa epata, salvaje en la Boca do Inferno, imponente el Faro, la impresión de la retina intentaste resumir en el horizonte plasmado en acuarela. La tarde se escapa, la despedimos tranquilos en el Blues Café, saludamos la noche y ya de madrugada el Indochina despide una hermosa velada, el alba se presiente, nos miramos, juntos estamos. Felicidad, el tranvía, corramos, desde lo alto la vista es un regalo, el Castillo de San Jorge acoge otros dos enamorados.

Descúbrela despacio, explora su alma, es una ciudad única. Saborea sus deliciosos desayunos, piérdete entre sus recovecos, prueba sus cócteles rodeado de mil y una miniaturas, muñecas, juguetes. Descansa en el Botánico. Fantásticos puentes. Alfama, Baixa, Rossio, Chiado, Barrio Alto. Pasea su Puerto. No olvides el Oceanario. Conoce su gente, es especial. Poemas, el cielo, jardines, monumentos. Y recuerda, una vez que hayas estado, cualquier motivo para regresar será aceptado. Tu voluntad ha conquistado la bella ciudad del Tajo.

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