jueves, 30 de marzo de 2006

Desapareciendo


La despedida fue muy especial, toda la Naturaleza desató sus iras contra el mundo, la partida era muy particular, era para siempre, y había que prepararse para eso, y celebrarlo por todo lo alto.

Los últimos días su sufrimiento había sido suprahumano, era la última protesta, el definitivo combate de las defensas de su organismo.

Todo fue increíblemente reparador, como cuando después de un duro viaje el sueño nos restaura a la normalidad, como la calma tras una tempestad, el contraste del blanco frente al negro.

Sintió cómo abandonaba su cuerpo, visiones de su infancia, corre hacia no se sabe dónde, y no puede lograr el objetivo, existe algo que le impide avanzar; se da cuenta, es él mismo, que se aferra, ya en vano, a la vida. Lejos percibe algo prometedor, una claridad que inunda su ser pero que emana de algo extraño a su persona. Iba a reunirse con su abuelo, con su mujer, y su padre, y su madre, y él.

Todo tipo de presión había cedido. Empezó a caminar, lentamente, subía, volaba, dejó de sentir.

Sintió deseos de gritar y profirió un postrero grito que nunca llegó a salir de sus labios.

Un barco a la deriva chocaba contra las rocas. Una gran tormenta castigaba el litoral. Alguien soñaba.

Una estrella apareció en el firmamento.

Amanecía y sobre la cama del oscuro cuarto su cuerpo, inmóvil, yacía frío. Eran los colores del alba. El último amanecer.


miércoles, 29 de marzo de 2006

Relatividad


Tonalidades parduscas bordean una laguna gris que representa el vacío que se hizo en tu memoria evidente cuando caminabas en busca del testigo que te pasaría tu propia conciencia y que te serviría para conectar de nuevo tus ideas con la mentalidad dominante que al parecer representaba en aquellos momentos la punta de lanza de las teorías más revolucionarias que jamás vieron tanto auge y que precisamente eran totalmente opuestas a lo que hasta entonces tú habías defendido con uñas y dientes que era lo que creías acertado hacer cuando uno es plenamente consciente de poseer la verdad, cosa que, como todos ya sabemos, solía ocurrirte muy a menudo. Todo lo relativo a ti siempre ha sido especial, de otro modo. Incluso cuando simple y llanamente estábamos juntos sin más, porque sí, yo me sentía incómodo, extraño. Esto mismo, debes saberlo, lo provocabas en todos los que tuvimos la desgracia, ¿realmente es así?, de conocerte. Y ahora que te hemos perdido aparece un extraño vacío en mi ser. Desde que te fuiste no he conseguido recobrar la calma. Estoy hipersensible. Todo se me hace tan cuesta arriba que no puedes imaginarte. No dejo de pensar en ti. Ahora me doy cuenta lo mucho que te quería. Vivir si no estás tú no tiene sentido para mi... ¡Cuánto he llorado tu ausencia!. Tanto que no me quedan lágrimas y mi dolor es frío y seco, cruel y amargo... Y pienso en la singularidad del hombre. Torturándose al recordar. Añorando el pasado... El resto de animales de este planeta no tienen sentimientos como éstos. Una vez recuerdo a mi gato cuando descubrió muerta una de sus crías. Se acerca suavemente y a pocos centímetros se detuvo. Su aspecto indica asombro y parece pensar breves instantes. Continuó avanzando hasta el cadáver y lo olisquea. Después lo abandonó y fue a un rincón a lamerse una pata... Recuerdo que no volvió para nada a preocuparse más del asunto. Qué sencillo parece todo, y sin embargo los humanos estamos unidos por lazos invisibles que hacen todo diferente, mucho más complejo. Me pregunto con frecuencia si realmente somos nosotros la especie privilegiada de la evolución o tal vez seamos los seres más desgraciados de la tierra... Otra vez pienso en ti ...